El primer llamado del día, cerca del mediodía, lo encuentra jugando al tenis con uno de sus tres hijos. El segundo, ya entrada la tarde-noche en Argentina, lo atiende durante el entretiempo del partido que River empató contra San Pablo en el regreso de la Copa Libertadores. Damián Salas suena como un tipo normal, uno más del montón, no como aquel que hace menos de 24 horas se llevó 814 mil dólares en el WPT Main Event Championship, el torneo más importante de WPT WOC que todavía se está jugando en partypoker.
«Vuelvo a jugar recién el domingo, quiero darle espacio porque si no uno se mete en esa montaña rusa y es de no parar. Pero este jueves fue un día un poco más feliz de lo habitual, je…», empieza su charla con el blog de partypoker mientras espera que empiece el segundo tiempo del equipo del que es hincha. «Antes dela pandemia jugaba tres días, ahora cuatro o cinco pero menos horas –cuenta el argentino–. Pensá que tengo tres hijos y estamos todos acá en casa. Igual yo disfruto mucho de jugar, así me lo propuse en este torneo y logré disfrutarlo, pero acepto que el juego tiene su varianza propia y por eso eso ahora paro unos días, prefiero quedarme un rato en la cima» .
A los 45 años, Salas está en uno de los mejores momentos de su vida. Y no sólo por el resultado que acaba de conseguir sino por el punto de maduración. Abogado de profesión, jugador de poker desde el 2006, supera los ocho millones de dólares en ganancias tanto en vivo como online. Y ahora puede presumir, además, de un logro que lo enorgullece incluso más que el séptimo puesto que consiguió en la Serie Mundial de Las Vegas, en 2017.
-¿Es comparable esto con aquel Main Event de la WSOP 2017?
-Son experiencias distintas, pero de alguna manera me siento más orgulloso de este logro, sobre todo por el nivel de los competidores. En la mesa final y sobre todo en la previa, éste era un nivel superlativo al promedio, estaba muy por encima del nivel de Las Vegas. Aquella vez allá me quedé con ganas de mostrar más; tuve días de chipleader pero en la mesa final no pude hacer mucho. Acá, en cambio, pude desplegar mucho más mi juego, siempre con un stack que me permitía hacer muchas más cosas, así que más allá de las luces de la WSOP, la mesa final y demás, me siento más orgulloso de este logro.
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Salas conoció el poker hace más de 14 años, en el verano del 2006. En ese entonces, el abogado de Chascomús con una maestría, casado y con tres hijos, se había tomado unas unas vacaciones junto a su mujer en Punta del Este, Uruguay. Después de un arduo año laboral, el momento del descanso había llegado y entre tanto ir y venir de la playa un día entró al por entonces Conrad (ahora Enjoy Punta del Este) y conoció el poker room del casino donde se jugaba hold’em. Y su vida cambió para siempre. Desde aquel entonces su vida se empezó a repartir entre su profesión, que la ejercía durante el día para luego, ya cuando caía el sol, salir a roundear el circuito under del bajo porteño.
Salas con su mujer, un pilar fundamental
Incluso se animó a dar el salto al poker online. Los primeros US$200 se fueron volando, como si jamás se hubiesen acreditado en el cajero. Pero los segundos… De los segundos US$200 ya no hubo vuelta atrás. Nunca más volvió a depositar dinero en su cuenta online. En seis meses pasó de jugar niveles bajos a NL1.000 sin haber hecho un solo cashout. Entendió que era más importante hacer banca que conseguir el dinero para pagar algún lujo extra.
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En este WPT Main Event, como hace tres años en Las Vegas, se terminó despidiendo tras una desafortunada jugada. Ahora le metieron un 5% al river, aunque él ya estaba all-in preflop, mucho antes de ese fatídico naipe que lo empujó al tercer lugar del podio.
-¿Ya te recuperaste de ese 3 en el river?
-Con total honestidad, la verdad es que estaba tan contento y orgulloso, sobre todo por cómo afronté los últimos dos días de competencia, así que por todo lo que había hecho me levanté de la silla no te digo que exultante pero sí feliz sabiendo que había tenido una gran performance. Así que no le di lugar a la angustia ni a la calentura, al contrario, estaba en un estado de tranquilidad y felicidad, lejos de estar angustiado o enojado.
-¿Eso es algo que trabajaste, que aprendiste a asimilar? Porque por más que hayas ganado US$814k, en el segundo posterior a ese 3 al river uno tendería a estar descompuesto.
-Sí, es muy acertado lo que decís. Pero estoy en una etapa de mi vida en la que me siento muy maduro y en paz. Ese día antes de la competencia hice mi sesión de yoga de todos los miércoles a las 10 de la mañana con mi profe; estuve de 10 a 11 con él y como le conté de lo que iba a jugar, me dijo de hacer otra, así que de 14.15 a 14.50 –el torneo empezaba a las 15– hicimos un trabajo profundo, visualizamos lo que iba a venir. Me hizo poner en coherencia con lo que uno siente, la mente con el corazón; además hice un trabajo de meditación para encarar el día como todos los días: disfrutar el momento, el proceso, en un ámbito de tranquilidad y relajación más allá del dinero y de que la gente iba a estar mirando y pendiente de los movimientos. La idea siempre fue ser fiel a mis convicciones y ejecutar sin temor: si me equivoco, me equivoco.
-¿Y salió como esperabas?
-Jugué con esa convicción y me salieron la gran mayoría de la cosas. Todavía no volví a mirar la mesa con cartas a la vista pero mi sensación es esa, que jugué bien e hice lo que tenía que hacer. Así que cuando llega ese fatídico 3 seguí en el mismo estado: disfruté, estuve tranquilo, nunca se aceleraron mis pulsaciones.
-¿Durante el torneo hubo mucha tensión? ¿Terminaste cansado físicamente?
-La verdad que no, me ha pasado en otros pero en éste no. Jugué seis horas, menos que lo habitual, y estuve bien. En mi casa tengo una oficina separada del resto, así que en cada break les contaba a mi señora y mis hijos cómo iba; ya para las últimas tres horas del torneo vino mi mejor amigo, pero yo estaba en mi reducto solo y tranquilo con mi música, así que estaba en paz con todo lo que estaba pasando. Ojo, si hubiera ganado seguro que me tiraba a la pileta o algo así, con el título hubiese sido otro el estadío, pero bueno.
-Tuviste mucha paciencia, ¿no? Pasaste 156° de 158 al Día 2 y 19° de 24 al Día 3.
-El Día 1 lo empecé mal, después me puse súper bien y me metieron un bad beat del 7% en river con el que me hubiese puesto cuarto o quinto. De ahí me caí, no me salieron las cosas, y las últimas tres o cuatro horas las navegué con unas 12 blinds y jugando solo ese torneo. Pero pasé al Día 2 con unas ocho ciegas: cobraban 135, pasé 156 de 158 y al otro día, cuando quedaban seis o siete para ITM, con 8-K off gané un bote en el que me foldearon dos rivales y de ahí, en 10 minutos me puse décimo. Así que después de estar siete horas short, el jugar disciplinado y al milímetro me premió.
-¿Te quedaste con buenas sensaciones?
-La sensación que me llevé es que jugué realmente bien, me quedé con alguna duda de alguna mano que la pregunté, pero no sé si fue un error o virtud del otro, porque en ese nivel de mental game es todo muy parejo. En el poker no hay un Federer o un Nadal, hay un grupo de élite, de 40 ó 50 tipos que la gastan y contra los que siempre es difícil; y atrás hay un núcleo de mil jugadores que saben cuándo ponértela difícil, así que hay que ser coherente. Puede sonar un poco soberbio pero me sentí muy en confort, que estaba por encima del nivel promedio de la mesa, así que estuve muy a gusto.
Salas, con el brazalete de campeón del mundo
-¿Y Salas dónde está? ¿Entre esos 50 de élite?
-Hoy en día, con las escuelas y coaching, los softwares de apoyo y demás herramientas, muchos se capacitan muy bien en periodos medianos de tiempo y llegan a estar entre esos mil mejores, pero la diferencia que hacen esos 40 ó 50 –que van variando– es con la mentalidad, y ése es un factor que a veces está un poco descuidado por parte de los profesionales. Yo, por mi momento actual, me siento dentro de esa élite. Es mi percepción, probablemente mala, pero me siento ahí porque en los momentos de mayor presión, en los más importantes, conservo la tranquilidad, la frialdad y soy fiel a mis convicciones.
-En el Live Stream, Ramiro Petrone te definió como un “viejo pillo”…
-Sí, tengo mucha afinidad con él, con cómo vemos el juego, los dos jugamos mucho por situación, por dinámica, y tenemos una versatilidad para ir ajustando nuestro estilo. No tengo problemas en jugar seis horas tight o GTO, pero si pienso que es momento de cambiar y ser explotativo, lo hago. Obviamente que depende mucho de lo que te dejen hacer o el nivel de tus rivales, pero bueno. En esta mesa final me quedé con ganas de demostrar más, porque cada vez que me podía soltar un poco, una mano me llevaba para atrás.
-¿Cuánto te cambian los 814 mil dólares del premio?
-Obviamente que dan tranquilidad, pero la verdad es que nunca jugué por la plata y ayer lo sentí así nuevamente, ni sabía cómo eran los saltos de premios.
-¿Enserio no mirabas los cobros? Había saltos importantes.
-No, yo intento priorizar la confrontación y pienso siempre en salir primero. En ese camino se puede ir modificando la estrategia, hay momentos en los que asumir riesgos y otros para guardarse, pero todo como una estrategia para hacer cambios que desorienten al otro. Nunca miro el juego en términos de dinero, no lo veo así, nunca lo sentí así: a mí me encanta ganar y si me pongo a pensar en el dinero, eso puede influir en contra de mis decisiones. Después, si viene el dinero, buenísimo. Esto yo lo dije siempre y en la WSOP 2017 lo confirmé: quería ganar y ser el mejor en la confrontación, mi objetivo era ser el mejor de la mesa.
-¿Ahora te le animás a un US$25k o a clasificarte el US$102k, por ejemplo?
-Como te dije, no juego por el dinero sino por el desafío de ser el mejor. Pero si veo que hay un torneo de US$100k la entrada y se anotan esos 40 ó 50 de élite, por más que esté a la altura no tengo ventaja, así que no lo juego, no me interesa. Esos son fields híper competitivos, no tienen sentido esos torneos, y esto que te digo es coherente con mi pensamiento.
-El otro día contabas que en la transmisión Live Stream en inglés, a raíz de una mano, te trataron medio como un fish. Ya te había pasado una vez que Leo Margets no te reconoció. ¿Creés que en general el jugador latino está subvalorado?
-Desde la percepción europea puede haber infravaloración del juego latino, pero creo que eso está cambiando por el influjo de grandes resultados. Obviamente, y esto hay que reconocerlo, en el promedio de stack medios o high stakes ellos son mejores que los latinos, pero eso no implica que acá tengamos jugadores muy por encima de la media de los pro de allá. Y lo que dije de los que comentaban el Live Stream es porque me divierto, yo había hecho una lectura perfecta de esa mano así que me encanta que lo vean así, yo sé lo que estoy haciendo, tengo la convicción y sé que en el promedio, mi toma de decisiones es muy eficiente.